Las mujeres adquieren experiencias esenciales durante el parto (y el posparto) que permanecen con ellas durante toda su vida. La calidad de estas experiencias afecta la salud (física y psicológica) de la madre y el bebé, el vínculo madre-bebé, su adaptación a la maternidad, los cuidados que brinda a su bebé (y a sí misma), la relación de pareja, su desempeño laboral, su vida social, su dinámica familiar, y un largo etc. Por lo tanto, una experiencia de parto (y posparto) positiva es una necesidad de las madres, de nosotr@s, de tod@s; estamos hablando de una cuestión de salud pública… no es una preferencia personal, ni un capricho, ni un lujo reservado para algunas personas.
Una experiencia positiva de parto (y posparto) genera bienestar a la mujer, promueve en ella un sentido de logro y mejora su autoestima, confianza en sí misma y empoderamiento.
Hoy (y desde hace varias décadas) sabemos (gracias a diversos estudios) que las experiencias positivas están relacionadas con: apoyo continuo durante el parto (en aspectos físicos, mentales y emocionales); las expectativas de la mujer acerca de la maternidad; la atención individualizada y respetuosa durante el parto y el posparto; acceso a información veraz y que las mujeres (y su pareja si la tienen) puedan tomar decisiones.
Esto muestra que una experiencia de parto (y posparto) positiva no se trata solo del resultado (bebé y mamá vivos, parto natural, cesárea exitosa, lactancia establecida) sino también del trato que recibe la mujer y cómo se siente ella durante el proceso de dar a luz y criar.
Los comentarios de muchas personas (incluyendo profesionales de la salud) tales como “el parto salió perfecto…estás cargando a tu bebé, no?” o “¿porqué no estás feliz? tu bebé está vivo”, “qué más le pides a la vida? tu bebé y tú están vivos” dan cuenta del profundo desconocimiento que se tiene de la realidad de las mujeres que dan a luz y de las implicaciones (físicas, mentales, emocionales) de lo que significa parir y criar a un ser humano. “Bebé y mamá vivos” es la condición mínima para una experiencia de parto (y posparto) positiva .
Hago énfasis en esto: tener una experiencia de parto (y posparto) positiva es fundamental para el bienestar de la mujer, su hij@, la familia y las sociedades en general. Sin embargo, por las dinámicas de la vida actual, los sistemas de salud, la evolución de nuestro cerebro… hoy en día es un desafío aspirar a vivir una experiencia positiva del parto (y posparto) y por tanto, requiere preparación por parte de la mujer (y su pareja) y colaboración de/entre los profesionales que les rodean.